Si se pudiera transmitir, lo que se siente al tocar la losa sepulcral, en la que el cuerpo inerte de nuestro salvador fue posado, la mente no comprendería de seguro la magnitud eterna del momento en que el cuerpo del Salvador descansa, después de ser dura e injustamente castigado, flagelado, escarnecido y brutalmente crucificado y sólo para darnos la Redención de nuestros pecados, la Salvación y la vida eterna.
jueves, 26 de febrero de 2009
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